VERDADERAMENTE SALVO

El mensaje de la salvación es muy serio y no se lo debe presentar como un programa ni una serie de reglas ni limitarlo a ninguna denominación religiosa, por mejor que esta sea.

La persona que tiene un encuentro personal, por medio de Jesucristo, con el Espíritu Santo, tiene acceso directo al Padre. Esta comunicación lo libera de toda manipulación.

La iglesia organizada no debe ser la autoridad que dirija los pasos del creyente evangélico, sino la guía del Espíritu que recibió en el momento de su salvación.

La iglesia está integrada por la asamblea de aquellos que han sido salvos.

Dice la Palabra,

Hechos 19:2

Y (Pablo) les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le respondieron: No, ni siquiera hemos oído si hay un Espíritu Santo.

Y esta es la confirmación de la salvación del alma: Haber recibido el Espíritu Santo al momento de creer en la obra de Jesucristo.

Es más, el apóstol Pablo explica…

“En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios , para alabanza de su gloria” (Efesios 1:13-14).

La salvación no es un proceso intelectual, aunque requiera saber y entender, sino obra milagrosa de Dios, a través del Espíritu Santo.

Somos deudores a Cristo y a nadie más.